A menudo, cuando nuestros clientes acuden a nosotros con dolor de espalda, hay algo que les desconcierta y es de lo primero que nos dicen:
“¡No entiendo cómo puede haberme pasado esto así de repente!
¡Pero si ayer (o hace un rato) estaba estupendamente!”
A veces es difícil entender cómo sin hacer nada especial, ¡zas! Nos da una lumbalgia.
Y es que uno tiende a pensar que lo normal, es que el dolor de espalda surja a raíz de hacer un mal movimiento o un gran esfuerzo, que desencadena el dolor…
Pero la realidad es justo todo lo contrario. Los problemas como la lumbalgia, casi nunca suceden así. Suelen ser las cosas más simples e inofensivas las que nos pueden dejar “doblados”.
¿Por qué sucede esto?
Los problemas de espalda, como la mayoría de los problemas físicos que sufrimos, casi siempre son acumulativos. La tensión, la debilidad o la rigidez se van acumulando, predisponiéndonos poco a poco a sufrir una lesión, sin que nos demos cuenta, hasta que un día surgen como de la nada…
Entonces, ¿Cuales son las causas más habituales por las que se producen las lumbalgias?
Las razones por las que puede producirse una lumbalgia son múltiples, pero las 4 principales que encontramos a menudo son:
- Un problema de espalda anterior. Si no se resolvió de forma adecuada, puede volver a aflorar y darnos problemas años después. Si dejas que la tensión y el estrés se acumulen en tu espalda, puedes volver a recaer cuando menos te lo esperas.
- Pasar demasiado tiempo sentado y otras actividades sedentarias. Horas de trabajo de oficina, en el coche, o malas posturas cuando nos sentamos a ver la tele, a leer o a usar el móvil, nos pasarán factura porque provocan una progresiva debilidad en la zona abdominal.
- Una sobrecarga muscular. Si dejamos que nuestra espalda se debilite y se quede rígida. Cualquier esfuerzo al que no estamos acostumbrados o para el que nuestro cuerpo ya no está preparado puede generar una lumbalgia. Como cuando retomamos un ejercicio después de un tiempo sin hacerlo.
- La acumulación de pequeños esfuerzos físicos. Estos esfuerzos van generando rigidez en la zona lumbar, y pueden con los años precipitar la lumbalgia. Todos los pequeños gestos que repetimos día tras día en casa, en el trabajo, al hacer ejercicio, en el cuidado de los hijos y los nietos, y de más. Acaban por hacernos daño aunque a simple vista no parezcan tan lesivos.
Hay más causas para el dolor de espalda pero estas son las más habituales.
A menudo, las mismas cosas que hemos hecho miles de veces antes, de repente suponen un problema, porque poco a poco y sin darnos cuenta, la fuerza y la flexibilidad de la espalda no es la misma que la que teníamos antes.
¿Que puedo hacer para solucionar este problema?
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